Durante una buena cantidad de tiempo, perduró el imperio de un animal sobre la faz de la tundra y la taiga del norte, semblante tallado por los crudos inviernos que transcurrieron bajo tu mirada indómita, no has acallado el aullido que nace de tu interior por romper la quietud de la penumbra, al interior de las profundas oscuridades del bosque bajo el cual se sumerge tu reino, miles de criaturas yacen dormidas bajo el lecho de nieve al cual se entregaron para dormir durante cien amaneceres. El cansado sol que no desea asomar la cara por los entretejidos dibujos de los pinos cubiertos de blanco, da paso a la creciente nubada que se apodera de los días y noches que no dejan de latir en tu pecho, azotado por el silbido del implacable viento que ruge furioso arrastrando la vida a su paso, no se inmutan tus colores, raudo e integro, encarada fuere la ventisca destructora por tu temple, no has desfallecido ante las inclemencias de tu reino, porque ninguna otra criatura sabe sobrellevar la angustiosa e infinita tormenta que azota la penumbra durante cien días, logrando contentarse con lo que Padre le entrega, alzando la mirada hacia el horizonte y viendo mas allá de la blanca muerte que otros seres vieren.
Asombrado al recorrer tu reino, acogido por el blanco y solitario seno de las montañas, supiste lo que era remontarse tú y los tuyos a través de la adversidad mortal, pero aún así tan solo te criaste y creciste, naciste para liderar el reino de la soledad en el cual perder un amigo, puede ser perder la vida. Aquellos momentos que fueron, los que son y los que serán, quise fijar mi horizonte en tu retina imbatible, por tiempos, la sed me carcome, insaciables fueron los días y si algo de tu Temple me fuere dado, si algo de esa mirada se plasmase en la mía, solo un trozo de tu creación, una gota de tu entendimiento y un minuto de tu sabiduría, no quisiera por un segundo eterno mas que acercarme a ti y lograr parte de tu carácter, ese lobo, ese espíritu de animal indomable y sabio, no pudo mas que ser creado por ti, solo corre en la estepa blanca mirando al frente, sin mas preguntas, sin cuestionar por que fue creado ni tu propósito en el, sin cojeras ni ansiedades, todo lo espera y no doblega el frío su determinación, mas aún así no sobresale, todo lo logra y es soberano en su mundo, solo así, callado y desapercibido pasas tus días sin la necesidad de ser visto por las bestias del campo o las aves del cielo, solo haz lo tuyo, solo se un lobo en la llanura azotada por el viento, espesura impenetrable por otros, aunque nadie te vea, aunque creas desfallecer ante el frío y la noche, recuerda que eres hechura del padre, estés donde estés, no se alejará de tu mano ni cesará sobre ti su gracia, solo mantén tu curso firme contra la corriente y la tormenta, porque la recompensa es para quienes luchan y se esfuerzan ante y contra todo.
A El, solo un animal, le espera nada más que la supervivencia.
A ti, su hijo... cuanto más?