Méceme en la cuna de mi altar temporal ,no quiero despertar por ahora, es la necesidad del brazo que arrulla al desamparado, cielo raso, cual techo pálido y opaco de grises y maternales nubes, aterciopelados y verdes pasajes de árboles forrados en la espesura de su acogedor manto que por momentos logra acallar el verdadero grito del ser. Déjame ser uno solo y unirme contigo en la sinestesia del minuto.
Llévame insensato a través de parajes sin olvido ni cabida en mi memoria, flotando en el río de la temporal inconciencia, aplacado, callado, anestesiado, a tu entera disposición, por ahora ya no quiero ser mas que tu presa y dejarme llevar indolente por las aguas del olvido, ahhhhh, paz, tranquilidad, sobre la trémula neblina del matinée
(Súbito batir de las aguas)
Un frío chorro de agua salta a la cara y me despierta de el sueño complaciente.
Es cierto ya que el hambre asedia a mi puerta a cada momento, cada vez mas fuerte, cada vez mas cruda, pero esto si que no es ningún sueño. Algo se me debía ocurrir para comer y debía ser lo mas antes posible, arranco una vara corta del trozo de madera en el que floto y lo afilo con un cuchillo que alcance a rescatar, listo, era mi lanza improvisada, cuando se remece todo el tronco y pasa por arriba mío un pez como de un metro de largo, eran al parecer, atunes tras un cardumen de arenques, ante cuyos embates, saltaban sobre la superficie tratando de escapar, quienes no tenían suerte, cayeron sobre mi tronco y fueron rápidamente cazados.
Estaba feliz, no podía creer que a plena noche tuviera que comer, no parece cierto, de nuevo creo que alguien me ayuda y me tiene en esta prueba.
Con el estomago lleno de pescado crudo, de nuevo miro al cielo y sigo remando con la mano hacia destino incierto, bajo todas estas estrellas que me miran con curiosidad y que parecen mas que querer guiarme, decirme algo.