ESCENA 1: supeditado

Especias frescas del oriente, me encuentro sentado a la sombra del baobab, bajo el amparo del ala del creador, parece no haber signos de disturbio, cuando la nube negra se cierne sobre las mentes de las atribuladas masas deambulantes, rumiantes en el interior del ser, mal patógeno que invade almas, ser abultado lleno de pesares, transgresión herética, comida dietética, una sarta de insultos barren con la frágil estructura interna del ser creado en plenitud, veo los féretros flotantes de almas transgenicas llevadas a hondos pesares e inalcanzables profundidades, nado a la deriva, sin sentido de la verdad, carga inmensa de tormento, cuarto oscuro tambaleante, mente sumisa burbujeante, reprimenda constante, indiferencia de quienes prefieren navegar a solas en la recia y formidable tempestad, vana creencia de salvación personal, resto de frenéticas luchas contra el mar indetenible, insoslayable, justa fuerza de los impetuosas masas arrolladoras, destructoras, perecederas, vanas, irrefutables antagonismos de verdades lacónicas, disonancias oculares patógenas insertas cual roca sólida en las tenebrosas y oscuras aguas a las que por un momento fui arrastrado como oveja, sin siquiera poner resistencia alguna, abandonado y a la suerte de este inmenso mar que parece no querer brindarnos oportunidad de salvación. Aun sin fe de que mi vista pudiese alcanzar la sacra tremura de el carmesí rayo de sol que rompa la monotonía de esta larga noche